miércoles, 14 de agosto de 2013

Un día anormal en la Facultad de Filosofía y Letras: el Consejo Técnico resuelve destituir a Boris Berenzon



El día de ayer, martes 13 de agosto de 2013, el Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, tras una larga sesión convocada en forma extraordinaria para tratar un único punto, determinó destituir a Boris Berenzon Gorn. Esta madrugada, en El presente del pasado se publicó una sintética crónica de la sesión que puede revisarse siguiendo este vínculo, y cuya lectura, incluidos los comentarios al calce, recomiendo antes de continuar con la de este escrito.
En el grupo de Facebook que hace espejo a este blog se conoció la noticia desde muy temprano. Algunas de las reacciones de quienes han seguido el caso desde ese espacio son reveladoras de la importancia extraordinaria atribuida a la decisión del Consejo. Se dice “¡Vaya!” y “Vaya, ya era hora”. Desde España, Francisco Miñarro, uno de los afectados por los plagios de Boris que apoyó pública y enérgicamente la protesta  y hasta se tomó el encomiable trabajo de acercar una denuncia formal al Consejo Técnico, escribe “¡Mis felicitaciones a todos los alumnos de la UNAM!”. Pablo Piccato, quien convocó a una campaña de firmas que permitió a más de 200 personas manifestarse abiertamente sobre el “caso Boris” y el cuestionable silencio institucional, anota “En su sesión de anoche, al votar la destitución de Boris Berenzon, las autoridades de la Facultad tomaron una decisión que no debe haber sido fácil pero que tiene un significado enorme”. Por su cuenta, usuarios de Twitter comentan “Qué gusto! al menos en una ocasión la UNAM hace justicia”, se preguntan incrédulos “¿Será cierta la destitución de Boris Berenzon?”, y declaran “No doy crédito con la decisión del Consejo Técnico”. Un comentarista de la crónica publicada en El presente de pasado –significativamente titulada “Decisión histórica en Filosofía y Letras”- declara “Es fenomenal que se tomen cartas en el asunto”, uno más comienza su aporte catalogando el contenido de la nota como una “Magnífica noticia”; en otro foro de Facebook se lee “¡Vaya! Qué gusto ver que al menos en una ocasión los mecanismos de control de la calidad académica y laboral en la UNAM funcionan como debe ser” y “Es un placer ver que triunfó el interés académico sobre los intereses políticos.” Así, que se den los primeros pasos para expulsar de la universidad nacional a un consumado ausentista, plagiario y estafador que lleva al menos quince años robando textos ajenos, volándose sus propias clases, mintiendo impunemente y escudándose en sus relaciones personales y en deficiencias del sistema académico institucional para salir airoso de todas las denuncias es algo sorprendente, a tal punto extraordinario que amerita felicitaciones, exclamaciones de asombro, titulares que destaquen su carácter histórico, aserciones sobre su enorme significado y revuelo, expresiones de incredulidad, algarabía.
Lo anterior obliga a reconocer que la alegría que legítimamente produce la noticia a los directa e indirectamente agraviados por los fraudes académicos de Boris Berenzon tiene también su nota triste, pues es sintomática de la naturalización de conductas como la suya en el seno de la comunidad académica universitaria, que lleva a tantos alumnos y profesores a considerarlas inevitables, a afirmar que son indeseables pero al cabo normales, a proclamar que no se puede hacer nada, a aseverar con frustración que las autoridades son sordas cuando no cómplices y que no hay forma de confrontar a los estafadores -máxime si están relacionados personalmente con los cuerpos administrativos de sus instituciones-, a lamentarse por la inacción, o apatía, o miedo, o indolencia, o desorganización de una comunidad resignada, o acostumbrada, o sometida, o impotente, o cómplice. En efecto, el día de ayer, martes 13, en que lo único que ocurrió es que el Consejo Técnico actuó del modo más cauto posible con arreglo a la más llana interpretación de la legislación y al más puro sentido común, fue un día anormal en la Facultad de Filosofía y Letras.
Sin duda, la destitución de Boris tiene su importancia –o la tendría, puesto que no es claro el alcance de la resolución del Consejo Técnico ya que, según parece, hará falta ratificarla en la Comisión de Honor y Justicia del Consejo Universitario. Es -o sería- importante, en primera y modesta instancia, porque Berenzon por fin dejará de tener a su cargo la formación de profesionales de la Historia, lo cual redunda en un beneficio pequeño pero real para los alumnos del Colegio y para la disciplina que cultivan. Pero su significado hay que buscarlo un poco más allá, en la esperanza de que este hecho contribuya a desencadenar un proceso de cambio al interior de la Universidad y en otros espacios similares que haga que los “casos Boris” sean los anormales y la destitución de los eventuales estafadores, sin importar de quiénes se trate o la posición que ocupen, algo que todos podamos dar por sentado.
Seamos, pues, consientes de que el caso Boris va más allá de Boris Berenzon: aún queda mucho que discutir, reflexionar, escribir, denunciar y trabajar sobre los graves problemas de los que él no es causa sino emblemático ejemplo. Problemas que pueden atisbarse si uno observa con cuidado esta historia y la relaciona con otras, si intenta entender el contexto que la hizo factible y las racionalidades de los múltiples actores involucrados, si se hace preguntas pertinentes y busca formas rigurosas de resolverlas, si se toma más o menos en serio esto de ser historiador, universitario, ciudadano.
En suma, regocijémonos en la vieja consigna universitaria “una vergüenza menos, una libertad más”, sin olvidar que el manifiesto al que pertenece la frase prosigue con un apodíctico “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”.

4 comentarios:

  1. Ojalá que el ejemplo de la UNAM, sirva a la Autónoma de Aguascalientes parámetro desahogar el pendientito de la falta de sanciones a los plagiarios, rectores cada uno en el momento del hecho, Antonio Ávila Storer y Rafael Urzúa Macías.

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  2. Se hizo justicia . Se le revocarán sus títulos universitarios que obtuvo a punta de plagio pulsó?

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    1. Y el dinero que cobró durante 25 años lo devolverá ? Acaso no se le puede fincar el delito de fraude ?

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  3. Se le deben revocar sus títulos de : licenciatura , maestría y doctorado . Es lo éticamente correcto si plagió las obras de otros para obtenerlos. Y desde hoy debiera ostentarse como el bachiller Berenzon y postular a la UNAM con el el famoso examen único .

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