domingo, 3 de noviembre de 2013

Pasando la página (II): La conjura de los mediocres



En la entrega anterior comenzamos a ponderar el peso de las redes cómplices en el caso Berenzon. Sobra decir que la explicación está aún incompleta: a éstas podemos sumar, por ejemplo, la pobreza de las lecturas supuestamente críticas que recibieron, entre otros, los collages que el Sr. Berenzon hizo pasar por tesis de posgrado. Se ha argumentado (e insistido) que no se espera de un director de tesis funciones policiales, pero hay en la obra de Boris cosas tan evidentemente incorrectas, como cambios abruptos en el sistema de citación -pues viene plagiando un texto que usa uno y luego alterna con un plagio de otro texto que se sirve de otro- que no podemos más que reconocer que nadie criticó realmente esos trabajos.

Fragmento de la página 120 de Historia es inconsciente, versión editada de la tesis de maestría de Boris Berenzon. Nótese como el primer párrafo, plagiado de un artículo publicado en Fractal en 1996, utiliza el sistema de citación Harvard (paréntesis con nombre de autor y año), y el segundo párrafo regresa al sistema tradicional con notas a pie de página.
Este asunto ha sido comentado por Alfredo Ávila en su blog, quien nos dice que el fenómeno en parte se explica porque en la UNAM la mayoría de los miembros del sínodo de una tesis doctoral están integrados al Comité Tutoral que dirigió conjuntamente el trabajo, y no es raro que sean amigos entre sí y del sustentante, como en el caso de Boris. Pero en ningún ámbito de la vida académica mexicana es más clara esta carencia crítica que en el de las reseñas, donde la simulación y el compadrazgo resaltan por tratarse justamente del espacio por excelencia para la crítica académica. Por supuesto que el caso Berenzon nos aporta ejemplos prototípicos, y a continuación revisaremos dos de los más ilustrativos.
La Dra. Georgina Calderón, comadre, compañera de cubículo y coautora de numerosos trabajos de Boris, es autora de una magnífica reseña en el portal Siempre! del libro Re/tratos de la Re/vuelta, obra que, como hemos visto, es la versión editada de su tesis doctoral y está a reventar de plagios. En ella la Dra. Calderón no sólo nos explica que el libro es genial, sino que incluso plagia párrafos enteros del mismo para complementar sus apreciaciones. Y lo hace con tal tino que le plagia a Boris pedazos que él mismo había plagiado de otros autores. Por ejemplo, escribe Georgina en la reseña sin dar indicación alguna de la procedencia de las frases:


Copiando resumidamente lo que Boris había puesto en la página 74 de obra reseñada: 


Fragmento que a su vez fue plagiado del artículo “Discurso” de Manuel Vázquez publicado en el Diccionario Interdisciplinar de Hermenéutica, específicamente de la página 151:



Obviando el exquisito nivel de mediocridad del que esta cadena de robos da cuenta, apreciemos el modo en que nos devuelve al problema de la crítica académica: si son amigos quienes dirigen tesis, integran sínodos, dictaminan artículos, colaboran en compilaciones, editan, prologan, presentan, citan y reseñan libros… ¿quién va a darse cuenta de los fallos que tiene lo que se escribe?, ¿quién será el valiente que rompa la cadena de favores? Y si al lector le cabe alguna duda sobre el funcionamiento de estos mecanismos puede revisar las páginas 110 y 111 del currículum extenso de Gloria Villegas, documento puesto a nuestra disposición por la Junta de Gobierno de la Universidad en razón de que ésta tuvo a bien nombrarla directora de Filosofía y Letras en 2009. En estas dos bellísimas páginas la Dra. Villegas enlista los “DICTÁMENES DE PUBLICACIONES (libros y artículos)” que ha realizado, y nos presume, por ejemplo, que dictaminó favorablemente la obra Espejismos históricos, de la pluma del Sr. Berenzon, en 1996 –año en que Villegas se encontraba dirigiendo el collage que el dictaminado hizo pasar por tesis de maestría. Cabe recordar al lector que los procesos de dictamen académico deben realizarse en forma anónima como un modo de acercarse a la garantía de imparcialidad: el autor del texto evaluado no debe saber quiénes son o fueron sus dictaminadores, e incluso es óptimo que quien dictamina no sepa quién es el autor de lo que debe juzgar (“ciego”) ni la identidad de los otros dictaminadores (“doble ciego”): la función de estas disposiciones -clave en los métodos de evaluación entre pares tan caros a la validación del conocimiento académico- es evitar que los vínculos personales entre los involucrados interfieran con la evaluación. Pero para la Dra. Villegas dictaminar favorablemente es motivo de orgullo: en el apartado de su CV dedicado a ello se vanagloria públicamente de la lista de colegas que le deben un favor.
Veamos otro interesante ejemplo de reseña académica extraído del caso Berenzon que nos ayudará a redondear el punto. Se trata de “Las penas de la veracidad historiográfica y literaria”, firmado por Boris y publicado en la revista Vetas número 2, editada por el Colegio de San Luis en 1999, época en que el mismo Berenzon dirigía la publicación, hacía editar su collage de maestría bajo el sello de dicho Colegio y coordinaba su posgrado en historia sin que esto implicara, sobra decir, que la Facultad de Filosofía y Letras dejara de remunerarle su trabajo docente in absentia. El texto al que nos referimos consiste en un elogiosísimo comentario del libro “El escándalo”, primer drama de Manuel José Othón. Texto y contexto, de Ignacio Betancourt, publicado también en 1999 por el Colegio de San Luís. Lo interesante es que la mayor parte de la reseña está plagiada de un artículo de Michel de Certeau titulado “Historia, ciencia y ficción”, publicado por Nexos en febrero de 1981. Curiosamente, el texto de de Certeau no era una reseña –mucho menos un panegírico- pero algunas pequeñas adaptaciones de Boris le cambian el género sin mayor problema. Veamos un ejemplo, empezando por el texto de Berenzon:


Ahora vayamos al texto de de Certeau: 


La reseña académica, lejos de las motivaciones críticas que sería deseable esperar de ella, se presta en más de un sector de nuestra academia para un intercambio de halagos, zalamería que promueve el trabajo del colega y amigo, muchas veces a petición suya. El trabajo promovedor que Boris hizo del libro de Betancourt, por cierto, no acabó allí. Un artículo de La Jornada de San Luís de 1999 nos indica que también Berenzon fue invitado a presentarlo en Casa Lamm. No se me malinterprete: no estoy diciendo que Betancourt fuera consciente de la autoría de las palabras que Boris dedicó a su libro en la revista Vetas ni que su obra, que no conozco, sea indigna de ellas –o, para el caso, que no haya trabajos merecedores de elogio ni buenas reseñas críticas favorables al autor reseñado. Mi intención es ilustrar, a partir de un segundo ejemplo extraído del caso extremo cuya explicación nos ocupa, la vertiente más mediocre del reseñismo académico, y el modo en que en este país, más que revelar un interés por la discusión y validación del conocimiento, con frecuencia responde a las tramas de amistad personal de los participantes, que se promueven recíprocamente y se muestran leales hasta las últimas consecuencias. Esto había sido abordado en un post anterior de este blog, en el que destacamos que Boris sabe perfectamente cómo citar: su problema es que lo hace en forma selectiva, y por eso es capaz de insertar en medio de un plagio a Monsiváis una frase de Gloria Villegas, la directora de la tesis de la que deriva el libro, y no tiene inconveniente en darle, a ella sí, crédito a pie de página. Dicho sea de paso, no deja de ser irónico, en el marco de este juego de apropiaciones indebidas, que la periodista de El Universal que cubrió el caso haya tomado el anterior cotejo de este blog para su nota “La historia de un plagiario serial” sin citar su procedencia
De cualquier modo, lo que hay que entender es que la crítica es uno de los fundamentos básicos de la validación del conocimiento académico. Por consiguiente, su degeneración en un sistema de simulación, autocomplacencia y promoción de los compadres es el más siniestro giro que podríamos imaginarle: se conservan sus formas y rituales (prólogos, prefacios, ponencias, presentaciones, reseñas) pero se pervierten sus contenidos hasta convertirlos en moneda de un sistema cambiario de complacencias y trámite para la obtención de premios y aplausos profesionales. Es indispensable entender esta lógica para seguir explicándonos por qué el Sr. Boris desarrolló durante décadas -y con tanto éxito- su carrera de simulación académica. También nos permite proponer una interpretación a contrapelo de las palabras pronunciadas por Berenzon en 2009 con motivo de la presentación del primer tomo de Historia de la historiografía de América, obra coordinada por él y por Georgina Calderón. El texto que Boris preparó para la ocasión –y que puede encontrarse aquí- no tiene desperdicio: entre otras cosas incluye una serie de viñetas que retratan a su autor charlando con emblemáticos intelectuales universitarios. Pero en aras de la brevedad permítaseme resaltar sólo un pequeñísimo fragmento:


Villegas, que naturalmente compartía la mesa con Boris en su doble calidad de comentarista del libro y directora de la institución que lo coeditó y fue sede de su presentación, debió sonrojarse al escuchar tan finos halagos por parte de su pupilo, pues le demostraron que había logrado transmitir una gran lección. Nadie como ella, que promovió, solapó y defendió a Berenzon hasta que la situación se hizo verdaderamente insostenible a mediados del presente año, entiende -y enseña- que el “tejido de lo que es la historiografía” no se refiere al entramado narrativo de los discursos históricos ni mucho menos a su necesaria imbricación intertextual, sino a la telaraña de complicidades que sostiene la conjura de los mediocres de la que ella tan “fina y agudamente” participa.

martes, 1 de octubre de 2013

Pasando la página (I): La destitución de Berenzon entra en vigor y llega la hora de los balances



El pasado jueves 5 de septiembre, según reportaron informalmente las redes sociales –el comunicado oficial lo seguimos y seguiremos esperando- la Comisión de Honor del Consejo Universitario determinó por unanimidad ratificar la destitución de Boris Berenzon Gorn, con lo cual el gesto institucional entró finalmente en vigor y dio comienzo el proceso laboral, que será, naturalmente, mucho más opaco que el académico-administrativo. No podemos dejar de señalar lo alarmante que resulta el hecho de que las autoridades de la Universidad se hayan abstenido de emitir cualquier tipo de comunicado sobre la resolución de este caso, inédito y de interés público, razón que me ha conducido a colocar un contador sobre la barra lateral de este blog que indica cuánto tiempo llevamos a la espera de alguna señal oficial por parte de autoridades y representantes universitarios. No queda más que preguntarse qué lleva a las instancias que trataron el caso a sumarse al silencio cómplice que lo ha rodeado desde hace años.
Frente a estos acontecimientos, podría este blog comentar algunos detalles de lo que implicará ese juicio laboral, como por ejemplo que si Boris lo gana no sólo podrá demandar, como marca la Ley Federal, que se lo restituya en su puesto y se le paguen todos los salarios que no cobró y prestaciones que no gozó, sino que además, según dispone el Contrato Colectivo de Trabajo en su cláusula 30, recibirá una bonificación extraordinaria por despido injustificado[1]. También podríamos proponer a los lectores un análisis del caso desde el ángulo laboral, que arrojaría un panorama complicadísimo para el departamento jurídico de la universidad porque según las regulaciones vigentes “plagio” no cae con facilidad en las causales justificadas de despido, mucho menos para alguien con la antigüedad laboral que tiene Boris y el amparo de un Contrato Colectivo como el del personal académico de la UNAM. Sí, podríamos continuar por esa línea, asumiendo las abundantes limitaciones de este blog para penetrar ese proceso, consientes de la escasa influencia que seríamos capaces de ejercer y avisados de que todo este asunto puede bien terminar con la Universidad entregando a Boris cuantiosas y extraordinarias ganancias. Pero tal vez estas previsibles dificultades, antes que un estorbo, sean una señal de que ha llegado el momento de quitar el dedo de ese renglón, alzar la vista, reflexionar sobre lo hecho y plantearse una nueva meta. Valgan estas reflexiones, divididas en varias entregas para facilitar su lectura, como primer balance.
Gane o –como es probable- pierda la Universidad ese juicio laboral, exija Boris su reinstalación o acepte algún oneroso acuerdo alterno, lo cierto es que la discreta ratificación de la Comisión de Honor –si damos por buenas las versiones informales que la relatan- es un hecho inédito y en esa medida importante. Más importante es lo que la precede y nos ayuda a explicarla: la indignación activa de tres autores plagiados que se tomaron el trabajo de denunciar, el apoyo legitimador de la prensa escrita, académicos, columnistas y hasta un puñado de colegas de Boris, el seguimiento que la reserva moral de la Universidad ha hecho del caso y la presión que desde hace años las extensas redes de denuncia online han ejercido contra las igualmente extensas redes de complicidad offline. Pero en mi opinión, aún mucho más importantes que lo que pase con Boris y el modo en que eso se haya conseguido son las implicaciones de este caso en el imaginario universitario, pues si para algo sirvió todo este escándalo es para demostrar que el tipo de fraudes académicos de los que el Sr. Berenzon es entusiasta ejecutor no son normales ni mucho menos inevitables, que hay un límite para la corrupción y la impunidad y que está en nuestras manos, como estudiantes, egresados y profesores de la Universidad Nacional, ponerlo, respetarlo y hacerlo respetar.
Un aprendizaje importante de este proceso es que los canales institucionales de denuncia están en buena medida obstruidos. Mario Elkin Ramírez denunció formalmente a Berenzon ante Rectoría por plagiarlo en 2005 y no pasó nada. María Alba Pastor, un año antes, llegó hasta la Defensoría de los Derechos Universitarios con idéntica queja y no pasó nada. Un grupo de estudiantes apeló al Consejo Técnico de la FFyL en 2010 para exigir que diera clases y no pasó nada. Tras la circulación de la primera denuncia que albergó este blog a Boris se le impuso, en 2011, la sanción mínima y luego sus amistades en la administración de la Facultad no encontraron inconveniente en aprobarle un año sabático en París. Por desgracia, a causa de trabas, inercias y redes de complicidad, no podemos esperar que la institución emprenda por sí misma los procesos de mejoramiento y dignificación de los que está tan necesitada. Le hace falta apoyo.
Pero sería falso decir que los canales institucionales han sido totalmente inútiles: la determinación de los Consejeros estudiantiles en 2011 fue lo único que impidió no sólo que el ausentismo de Boris quedara totalmente impune sino que el caso pasara desapercibido. También es cierto que la legitimidad de quienes denunciamos desde esta plataforma pública emana en parte de la reiterada demostración de la ineficacia de estos cauces, para lo cual es indispensable que se los haya transitado. Y no perdamos de vista que en última instancia las reglas del juego disponen que para que un estafador de tiempo completo deje de cobrar su beca vitalicia de la Universidad es indispensable que las instancias competentes así lo determinen, como acaba de ocurrirle, si bien con algunas décadas de retraso, al Sr. Berenzon. Por supuesto que los órganos colegiados y la representación universitaria no funcionan ni de lejos como dicen funcionar, pero desde la perspectiva de este blog no dejan de ser herramientas valiosas, si bien demostradamente insuficientes, para quien quiere incidir en forma positiva en la Universidad.
El caso Berenzon, como múltiples comentaristas se han encargado de explicar, es un indicador de problemas que van mucho más allá de su persona, que hicieron y por desgracia siguen haciendo posible este tipo de trayectorias fraudulentas. La complicidad de Gloria Villegas, directora de la Facultad de Filosofía y Letras y de los plagios de maestría y doctorado de Berenzon, es sin duda una variable clave pero a todas luces insuficiente para entender qué pasó. Fernando Escalante, observando quiénes fueron dos de las valientes que se animaron a defender a Boris en el Correo Ilustrado de La Jornada y la puerilidad de sus argumentos, señala que el problema no es únicamente de amistades y protectores: en el sistema académico mexicano está vigente una lógica premoderna que otorga prestigio en función de la cantidad de nombres importantes de los que puedes rodear al tuyo. Señalemos de paso que a Cristina Barros y a Margarita Peña se sumó el 24 de agosto Sara Sefchovich, quien comienza anunciando que no sabe nada del caso para después indicar que Pedro Salmerón, quien había replicado a Barros y a Peña el día anterior, es un fundamentalista. Valga anotar que el desconocimiento al que alude la Dra. Sefchovich es más bien dudoso, pues tiene un artículo publicado en una antología del Sr. Berenzon[2], libro al que el Dr. Carlos Martínez Assad, su marido y uno de los silenciosos eméritos de la Universidad, también contribuyó entusiasta[3]. Y consignemos de paso, con la autorización de su autor, una réplica a Sefchovich que el Dr. Roberto Breña envió al Correo Ilustrado el 25 de agosto y que no fue ya publicada por el diario:

La nota de Sara Sefchovich aparecida en este espacio es un intento más, bastante burdo por cierto, de confundir a algunos lectores con respecto al caso Berenzon. No da un solo argumento sobre lo que realmente importa (un plagiario serial que ha recibido cobijos de todo tipo durante su larga trayectoria “académica”), pero, eso sí, tacha a Pedro Salmerón de “fundamentalista”. Ya encarrilada, trae a colación la “religión verdadera” (!) y la “raza superior” (!!). Acto seguido, viene la profesión de ignorancia: “No tengo idea de qué habla ni por qué lo hace así…”. Esto no le impide llegar a una conclusión que pone el mundo al revés con un desparpajo que debiera dar vergüenza: Salmerón es un “insolente”. Si a Sara Sefchovich la palabra “ética” le provoca tanto conflicto (y tantos desatinos), que elija el término que más le guste para definir lo que está detrás de la manera en que Boris Berenzon se ha burlado de sus alumnos, de sus colegas y de toda la academia mexicana durante varios lustros. Con respecto al caso Berenzon, me llama la atención que expresarse en contra de un comportamiento que es inaceptable para cualquiera que valore mínimamente la vida académica sea calificado de “fundamentalista” (o  con adjetivos similares). ¿De veras la carencia de referentes es así de profunda entre la academia y la intelectualidad mexicanas?
Detengámonos un instante, antes de concluir la entrega de hoy, en el tema de los eméritos. Según un autocomplaciente sitio de la Universidad, estos personajes modestamente “simbolizan el alcance del significado del espíritu universitario que se traduce en integridad, fuerza, talento y actividad, y la inclinación implícita de la Universidad comprometida con la sociedad a causa de la dignidad, el respeto, la responsabilidad y el compromiso”. Observemos ahora que su silencio sobre este caso es tan unánime como impenetrable. Se entiende que Álvaro Matute esté renuente a pronunciarse, pues no contento con aprobar como sinodal los collages que en calidad de tesis de posgrado presentó Boris, prologó uno de ellos (Historia es inconsciente) cuando El Colegio de San Luís lo publicó y hasta compartió con Gloria Villegas, que como sabemos dirigió la tesis de la que emana el libro, el honor de presentarlo en 1999 en San Luis Potosí[4]. También parecemos tener elementos para explicar la omisión de Martínez Asaad, coautor y prologuista de Berenzon. Pero el silencio de todos los otros, integrados al largo y elogioso listado del que da cuenta el libro Nuestros Eméritos ¿cómo explicarlo?, ¿de verdad ni uno estuvo siquiera para poner su firma al calce de la carta de Pablo Piccato?


[1] “Cuando la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, dicte el laudo definitivo favorable al trabajador académico; si se trata de reinstalación, la UNAM le cubrirá de inmediato los salarios vencidos y prestaciones legales incrementadas en un 30%. Si se trata de indemnización, la UNAM le cubrirá el importe de ciento veinte días de salario, salarios caídos y prestaciones legales, más veinte días de salario por cada año de servicios prestados y prima de antigüedad, además de las prestaciones adicionales correspondientes, incrementadas en un 30%
[2] “Historia, ideas y novelas: propuesta y defensa de un tema de investigación y de una manera de llevarlo a cabo”, en Boris Berenzon, Georgina Calderón, Valentina Cantón, Ariel Arnal y  Mario Aguirre Beltrán (coords.), Historiografía, herencias y nuevas aportaciones, México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Secretaría de Relaciones Exteriores, Correo del Maestro, Ediciones La Vasija, 2003, pp. 257-277.
[3] "Los impactos de la historia regional mexicana" en Ibíd., p. 161-176. Martínez Assad también fue convocado para prologar, de Berenzon, Espejismos históricos: la otra mirada de la historia. México: UNAM, 1997.
[4] Véase la página 70 del CV que publicó la Academia Mexicana de la Historia cuando admitió a Álvaro Matute como miembro en 2008, y la página 94 del CV de Gloria Villegas publicado en el sitio de la Junta de Gobierno de la Universidad.

jueves, 29 de agosto de 2013

Viernes de quincena: el Sr. Berenzon sigue -y seguirá por tiempo indefinido- cobrando y a cargo de sus materias

[Las cifras y documentos de referencia citados en este post fueron actualizados el 6-sep-2013]


El martes 13 de agosto el Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras resolvió, pasados cuatro meses y medio de la denuncia de plagio remitida por Juan Manuel Aurrecoechea, destituir al Sr. Berenzon. Si creemos al único testimonio disponible de la sesión, pues a la fecha seguimos esperando un comunicado oficial de las autoridades en torno a los progresos del caso, la resolución se acompañó del anuncio de que se enviaría el expediente a la Comisión de Honor del Consejo Universitario para ratificarla. Esto significa, en los estrictos términos del Artículo 100 del Estatuto General de la UNAM[1], que la sanción no surte aún efecto. Lo cual implica que el viernes 16 de agosto al Sr. Berenzon se le depositó su quincena con toda normalidad. Y que el día de hoy, viernes 30 de agosto, volverá a recibir sin impedimento los pagos que a sus nombramientos corresponden. Éstos, calculados con base mensual y estimativamente partiendo de documentos de acceso público (ver notas a pie de página), se componen de los siguientes rubros:
  • Salario Base de un Profesor de Tiempo Completo de la UNAM, categoría B: $21,119.16.[2]
  • Estímulo del Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo (PRIDE-UNAM), categoría C: 85% del salario = $17,951.29[3]
  • Estímulo del Sistema Nacional de Investigadores (CONACYT), nivel 2, con agregado por pertenecer a una institución educativa y de investigación: 9 salarios mínimos = $64.76*$30*9= $17,485.20[4]

Total mensual (aproximación conservadora[5]): $56,555.56

Esta generosa atribución de recursos públicos se repetirá cada dos semanas por tiempo indefinido, pues, en lo que a la Universidad toca, la Comisión de Honor no tiene plazo para reunirse a "conocer el asunto" y ratificar, modificar o anular la sanción impuesta por el Consejo Técnico. Y si por azar algo está ocurriendo dentro del CONACYT, organismo al que participé de las irregularidades del Sr. Berenzon por correo electrónico el 12 de mayo, que acusó formalmente de recibido al día siguiente y que con la misma formalidad me notificó que había dado carpetazo al asunto el 27 del mismo mes por no constituir mi denuncia “una queja formal”, no hay forma de saberlo.

Otra implicación de lo anterior es que el Sr. Boris ha seguido, y seguirá por tiempo igualmente indefinido, a cargo de sus materias. Es de notarse que una de ellas, Historiografía General III/IV, es de carácter obligatorio, lo cual le garantiza estudiantes cada semestre. Boris seguirá entonces formando a profesionistas de la Historia en la Universidad Nacional, ya que hasta que la destitución no “surta efecto” no hay modo de reemplazarlo.

Por cierto: una vez que la sanción impuesta por el Consejo Técnico sea ratificada por la Comisión de Honor–mejor dicho, si y sólo si es ratificada- comienza, de querer el Sr. Boris ejercer el legítimo derecho que a ello tiene cualquier trabajador en su situación, el proceso laboral interno, en el que el departamento jurídico de la Universidad deberá justificar legalmente el despido ante la asociación gremial correspondiente, en las instancias y términos estipulados por el  Contrato Colectivo de Trabajo del Personal Académico en vigencia, que por supuesto no menciona “plagio” por ninguna parte, pero sí “Investigación administrativa” en ausencia de la cual la sanción “no tendrá efecto legal alguno”, y luego “Notificación”, sin la cual “no surtirá efecto alguno la acción o resolución”, y luego “Solicitud de reconsideración”, y luego “Recurso de inconformidad”, y luego “Procedimiento ante la comisión mixta de conciliación y resolución del personal académico”, y luego, llegado este punto en que se agotan las instancias laborales universitarias, “Procedimiento externo ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje” que puede ser eventualmente atraído por “Instancias superiores”.

¿A poco no se antoja, como amablemente solicitaba este blog hace ya dos años y medio, un trabajo como el de Boris?


[1] “Cuando se trate de profesores que tengan más de tres años de servicios, la sentencia que les separe de su cargo será revisada de oficio por la Comisión de Honor, no surtiendo entretanto sus efectos.”

[2] El acta del Consejo Técnico de la FFyL del 30 de octubre de 2009 (punto 5.1) indica que una Comisión Dictaminadora decidió no otorgar al Sr. Berenzon una promoción a la categoría C, resolución que apeló, de lo cual quedó constancia en el acta del 4 de diciembre de 2009 (punto 5.2), nombrando como su representante en la Comisión Especial encargada de dirimir la controversia al Dr. Ignacio Sosa. Finalmente, según consta en el acta del 26 de febrero de 2010 (punto 4.1), se resolvió ratificar el dictamen de la comisión dictaminadora, quedando Boris en su categoría anterior, B. No existen menciones a dictámenes posteriores en las siguientes actas, por lo que se ha usado esa categoría para el cálculo, tomando el monto que corresponde a dicho nombramiento del Contrato Colectivo de Trabajo del Personal Académico vigente.

[3] El acta del Consejo Técnico de la FFyL del 24 de junio de 2011 (punto 3.1) indica que al Sr. Boris se le renovó la categoría C en este programa universitario de estímulos. Esta página de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico contiene el tabulador del que se tomó el porcentaje usado para el cálculo: http://dgapa.unam.mx/html/estimulos/pride.html.

[4] La pertenencia y nivel del Sr. Boris en el SNI fueron extraídas del Listado de Investigadores Vigentes a Enero de 2013; el monto mensual asignado se tomó del Reglamento del Sistema Nacional de Investigadores (artículo 68).


[5] En su calidad de Profesor de Tiempo Completo de la UNAM y de Investigador del SNI, el Sr. Boris goza de múltiples prestaciones adicionales, entre las que se cuentan algunas con repercusión directa sobre su salario, como la "compensación por antigüedad" (porcentaje progresivo del salario tabular) y el aguinaldo (40 días de salario al año), que no han sido tomadas en cuenta para esta aproximación por falta de datos exactos, pero que inflan la cifra en un 20%. De estimarse la antigüedad laboral de Boris en 20 años, le correspondería una compensación del 30% sobre su salario tabular (Contrato Colectivo, cláusula 46), es decir, $6,335.75 mensuales. A esto hay que agregar las prestaciones sin incidencia directa sobre el salario, que lo complementan en múltiples formas (seguridad social, estímulos en efectivo por antigüedad, vales mensuales de despensa, dinero mensual para material didáctico, vales de libros, entradas para eventos culturales y deportivos, descuentos en libros y actividades UNAM, becas para los hijos en bachilleratos particulares incorporados a la UNAM, lentes, seguro de vida, medicamentos al costo en Tiendas UNAM, defensa legal, significativo descuento en la contratación del Seguro de Gastos Médicos Mayores del SNI, etc.). Ver el Contrato Colectivo de Trabajo del Personal Académico vigente.