martes, 23 de abril de 2013

Cuadro comparativo en que se evidencia el plagio realizado por Boris Berenzon

Para facilitar al lector la comparación entre el libro de Boris Berenzon Re/tratos de la  re/vuelta: el discurso del humor en los gobiernos “revolucionarios” y la obra de la que plagia descaradamente largos fragmentos (Puros cuentos: historia de la historieta en México, 1874-1974 de Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea) pongo a su disposición el siguiente cuadro comparativo. En él se revisa y comenta la reproducción de todos los párrafos señalados por Aurrecoechea en su denuncia fechada el primero de abril de 2013. Es interesante observar las estrategias del plagiario, que ajusta muy ligeramente el texto que copia para que corresponda mejor con su libro, pero también sus torpezas, como las frases que mutiló parcialmente pero olvidó corregir, dejando en su libro oraciones incoherentes y truncas. (para ver el documento directamente en pantalla completa, haga clic en este enlace: http://es.scribd.com/doc/137467252/Cuadro-comparativo-de-18-fragmentos-de-los-libros-Puros-cuentos-y-Retratos-de-la-revuelta-docx#fullscreen)


miércoles, 10 de abril de 2013

Pol. Berenzon (Boris Berenzon Gorn ahora acusado de plagio)

Antecedentes 
Hace más de dos años que este blog fue inaugurado para denunciar la indolencia (cuando no franca complicidad) de las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM frente a un comportamiento ignominioso de algunos miembros de su planta docente: el ausentismo, concretamente el caso evidente e indefendible del Dr. Boris Berenzon Gorn. Por supuesto que Boris llevaba más de una década presentándose a clase en forma esporádica y dando un uso intolerable al sistema de adjuntías para hacerse suplir por sus asistentes, pero la novedad fue que, en 2010, un grupo de estudiantes decidió denunciarlo formalmente. El problema: el Consejo Técnico de la Facultad descartó el caso arguyendo falta de antecedentes. Esto era falso: ya antes Boris había sido severamente reprendido por la Secretaría General de la Facultad al descubrirse que no sólo no iba a clases, sino que firmaba por adelantado el control de asistencia para hacer innecesario siquiera presentarse al inmueble, y también lo fue en otra ocasión cuando se encontró que ostentaba dos plazas de tiempo completo, una en la UNAM y otra en la Universidad de San Luis, y se le obligó a optar por una. Otro argumento en su descargo fue la falta de pruebas, pues el control de asistencia estaba firmado, y el profesor presentó una pequeña serie de comprobantes médicos emitidos por profesionistas privados (que, nadie quiso notar, cubrían fechas que estaban firmadas en el carné de asistencia) para terminar de zanjar la cuestión.

Para denunciar esta situación injusta, que evidenciaba el más profundo desinterés de las autoridades de la Facultad por la formación de los estudiantes y la actitud más indolente imaginable ante sus problemas, surgió http://yoquierountrabajocomoeldeboris.blogspot.com, inicialmente con un único texto: Contribución al cambio paradigmático en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM o Yo quiero un trabajo como el de Boris. En éste, reuniendo la información que en ese momento estaba disponible, se hacía escarnio público del comportamiento del profesor y de la actuación del Consejo Técnico. La respuesta fue bastante sorprendente: el texto circuló en forma amplia, generando todo tipo de comentarios y muestras de apoyo por parte de distintos sectores de la comunidad de la Facultad, lo cual obligó al Consejo Técnico a retomar la denuncia original del grupo de estudiantes en su sesión ordinaria del 25 de febrero de 2011. El acta de esa sesión, hoy disponible vía el repositorio virtual de la Facultad, explica en su punto 3.10 que, por consenso de los consejeros, se enviaría al Dr. Berenzon una notificación de que un proceso sancionatorio en su contra había dado inicio. Para este momento, muchas personas habían entrado en contacto conmigo para aportar información suplementaria y más denuncias. Una, que también se publicó, acusaba a Boris de exigir a sus asistentes, en el marco de un proyecto museístico, el depósito de la mitad de los honorarios cobrados en su cuenta bancaria personal. Y así llegó marzo.

La sesión del Consejo Técnico contemplaba revisar los materiales que en su descargo presentara Boris y fijar la sanción correspondiente. El imputado entregó un largo escrito pidiendo disculpas y una increíble carta de algunos de sus estudiantes en que se afirmaba que el maestro estaba siendo objeto de una cacería y que ahora lo defendían (desafortunadamente estos textos nunca se hicieron públicos, mas no pierdo las esperanzas). Pero lo más sorprendente es que el consenso que en febrero había imperado se quebró por completo: sólo unos pocos consejeros estudiantes solicitaban la aplicación de la legislación universitaria, que en el artículo 107 del Estatuto del Personal Académico indica que la falta de Boris era causal más que suficiente de terminación de las relaciones laborales. Un sector de los consejeros profesores, y los funcionarios administrativos entre los que se contaba la Directora de la Facultad (y asesora de la tesis de doctorado de Boris), se inclinaban por aplicar la sanción administrativa mínima: el extrañamiento. Y el resto opinaban que no debía hacerse más que escribirle una carta para reprenderlo, es decir, no realizar nada que constituyera un antecedente administrativo. Los más acérrimos defensores de esta última posición fueron el Dr. Carlos Oliva y la Dra. Elisabetta Di Castro, ambos del Colegio de Filosofía, y la Mtra. Marcela Gómez, amiga de Boris e invitada del Consejo Técnico en su calidad de Consejera Universitaria de la Facultad, y contaron con el apoyo de la Dra. María Patricia Pensado Leglise, la Mtra. Ana María Gomís Iniesta y el Dr. Fernando Jiménez Mier y Terán: el acta del Consejo Técnico, por petición suya, dejó constancia de sus nombres. El registro argumental de estos personajes alternaba llamados a una supuesta tradición de la Facultad (“no es el modo que nos caracteriza de hacer las cosas”) con exhortos que rayaban en el más abyecto cinismo (“el profesor tiene un estímulo del SNI que podría perder si lo sancionamos, por tanto debemos encubrirlo”). Finalmente triunfó la posición que optaba por emitir el extrañamiento. Una versión digital del documento llegó a este blog gracias a una cadena de filtraciones, y es el siguiente:

El Dr. Berenzon no apeló la sanción, pero rápidamente hizo las gestiones necesarias para pasar un periodo sabático en París, donde es de suponerse tuvo ocasión de relajarse y aguardar a que las cosas se calmaran. Algunos escritos de denuncia o análisis circularon con menor intensidad (un par publicados en este blog), y en internet se mantuvieron durante un tiempo pequeños focos de polémica en torno al profesor, pero éstos rápidamente degeneraron en odio y antisemitismo, con lo cual perdieron toda relevancia, al menos en los términos que aquí fueron importantes. Parecía efectivamente el fin de la historia, y las conclusiones eran claras: la legislación universitaria es un marco normativo de aplicación enteramente discrecional, la formación académica de los estudiantes ocupa un lugar inferior en las prioridades institucionales que la conservación del status quo, y lo mejor a lo que puede aspirar un universitario en su vida profesional es a hacerse de un trabajo como el de Boris.  

Otra vuelta de tuerca
En un escrito fechado el primero de abril del presente y dirigido a múltiples autoridades académicas mexicanas vinculadas a Boris, Juan Manuel Aurrecoechea denuncia que éste plagió al menos 18 párrafos de su obra Puros cuentos en el libro Re/tratos de la re/vuelta: el discurso del humor en los gobiernos "revolucionarios". El quejoso aporta evidencia incontestable en forma de escaneos de ambos libros, donde puede apreciarse la copia textual sin cita de fragmentos extensos de su trabajo. El archivo estaba circulando por correo electrónico, así que me tomé el trabajo de cargarlo en un lugar estable y accesible, y aquí lo exhibo: 

Resulta que el Dr. Berenzon es indigno del apelativo de profesor, porque lo único característico de su práctica docente es el ausentismo; y también lo es del de investigador, que vendría dado por una serie de valores como la originalidad y la honestidad académica. ¿Qué es, pues, Boris?, ¿Qué título debemos anteponer a su nombre habida cuenta de que el “Dr.” le queda tan grande? Propongo el de Polizón (“Pol.”), pues resulta tentador clasificarlo así en alusión al modo en que se usa el concepto en teoría económica. Podemos entender al polizón como un actor social oportunista que aprovecha los recursos que otros producen sin contribuir a su creación o conservación del modo en que razonablemente se espera. Boris es un personaje cínico que se sirve de la confianza que las instituciones académicas depositan sobre sus integrantes para extraer recursos (sueldo y prestigio) a cambio de los cuales debería trabajar, pero no lo hace. En su caso, le basta con simular. Pasa a firmar su hoja de asistencia aunque no imparta clases, pone su nombre en escritos que fabricaron otros, gestiona estímulos a la productividad presumiendo lo que copió como propio. La Facultad es entonces una suerte de bote en el que todos los pasajeros se transportan pero algunos estiman que están personalmente exentos de remar. Mientras su salario les confirme que la embarcación sigue desplazándose y la impunidad ratifique que su participación en el esfuerzo común es voluntaria, estarán seguros. Su único eventual temor es que llegue el día en que los demás se cansen y los lancen por la borda. Y si quienes se abrogan el título de autoridades y garantes de las reglas se demuestran reiteradamente cómplices del polizón, a lo mejor termina por pasarles lo mismo.