lunes, 4 de abril de 2011

¡Basta de tolerancia!

Con ocasión de las acciones conducentes a impedir que los comerciantes ambulantes que estaban establecidos en las afueras de la Facultad pusieran sus puestos, el Dr. Berenzon, junto con un grupo de progresistas profesores, envió al correo ilustrado de La Jornada una corta misiva en que quedaron consignadas las siguientes e inspiradoras palabras:

“La tolerancia como el valor supremo e ideal de las democracias y sociedades plurales implica aceptar, como lo ha dicho nuestro profesor emérito Adolfo Sánchez Vázquez, que todo tiene límites, incluso la tolerancia; que ninguna democracia sana puede mantenerse en los niveles 'yo hago lo que me da la gana' y 'esto debería estar prohibido'. Recuperando los espacios de nuestra facultad para sus funciones esenciales, que son enseñanza, investigación, divulgación del saber humanístico, resulta una vuelta esencial a nuestro quehacer de comunidad académica; hoy incluso que la permanencia de nuestras disciplinas en el campo educativo nacional está siendo duramente cuestionada por sectores verdaderamente conservadores. Todos sabemos que hay acciones cuya tolerancia sería una degradación. Y que hay otras que perseguirlas convertiría a la sociedad en algo asfixiante, pues desembocarían en un régimen represivo y dictatorial.” (http://www.jornada.unam.mx/2009/06/06/index.php?section=correo)

Sumemos nuestras voces a la de Boris, adaptando sus irrefutables argumentos a la coyuntura presente. ¡Basta de tolerar a la reacción, a esos "sectores verdaderamente conservadores" a los que se alude en el texto! Es el momento de exigir que todos los estudiantes universitarios que osaron pedir clases paguen por su fascista intolerancia. ¡No descansemos hasta ver administrativamente sancionados a todos los que enviaron la carta en noviembre de 2010 solicitando la intervención del Consejo Técnico para obligar a Boris a impartir clases!, ¡Basta de tolerancia!

Sin embargo, eso no es suficiente. Es indispensable dar una contundente lección a los enconados adversarios del progreso humano, a esos eficientistas neoliberales, a todos los que sueñan con ver convertida el Alma Mater de las humanidades mexicanas en una fábrica. No sólo es necesario, sino imperativo, que todos los miembros de la comunidad de la Facultad pasen por un examen de confianza, empezando por aquéllos que imparten sus clases a la vieja usanza: presentes. Todo profesor que no tenga ninguna falta, que no cuente con un adjunto o se esfuerce por formarlo como docente, que haya sido evaluado favorablemente por sus estudiantes y que no cuente en su expediente con sanción alguna debe ser objeto de detallada investigación. ¿Por qué no falta usted? Debe encabezar el largo interrogatorio al que queda ya claro que deben ser sometidos. ¿No está usted al tanto de que trabajar es innecesario?, ¿A poco no quiere usted un trabajo como el de Boris?

-Beatriz Bautista

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