domingo, 30 de junio de 2013

Preguntas pertinentes (3) - ¿Por qué el silencio?



Recordemos que el primero de abril de este año Juan Manuel Aurrecoechea dirigió una carta a múltiples autoridades académicas (incluidos dictaminadores del SNI) denunciando que Berenzon había plagiado extensamente al menos 18 párrafos de Puros Cuentos, que escribió en coautoría con Armando Bartra, en su libro Re/tratos de la re/vuelta. La carta, que incluía incontestable evidencia adjunta, fue brevemente discutida en el Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras. En ese mismo mes se hizo público que Re/tratos de la Re/vuelta emana íntegramente de la tesis de doctorado de Boris, en la que plagia al menos a diez autores más, y también que producto de idéntica técnica de collage son su tesis de maestría, artículos académicos, y hasta una conferencia magistral grabada en video por los organizadores del Congreso Mexicano de Ateísmo, en la que se lo ve leyendo, íntegro, un texto de Francisco Miñarro. Pasados casi tres meses de enviada la primera denuncia, que contenía en sí suficiente evidencia como para descalificar a cualquier académico, y sumado a ella todo lo que ahora conocemos, seguimos esperando alguna reacción de las autoridades universitarias o del Sistema Nacional de Investigadores. Algo, un pronunciamiento de la dirección de la Facultad que diga “estamos investigando”, un comunicado del Consejo Técnico que sentencie “el plagio es muy malo”, una nota del CONACYT que apunte “nos inquieta que esto pase”. Cualquier cosa, pues. Alguna señal que nos haga tener la vaga sensación de que a las autoridades académicas de la máxima casa de estudios y del padrón de investigadores de excelencia del país les importa que uno de sus integrantes haya fundado una exitosa trayectoria académica en el más descarado y sistemático fraude; algún mensaje que nos dé la impresión de que los responsables de las instituciones que sufragan con dinero público sueldos, becas, estímulos, seguros, viajes, publicaciones, cubículos y micrófonos de este estafador desde hace quince años han tomado cartas en el asunto; algún indicador de que nuestra justa indignación está mínimamente representada en las esferas de la administración académica. Ya son tres meses, y más de uno de los adherentes a la denuncia se han sumado a esta elemental exigencia. La pregunta es: ¿por qué el silencio?

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